lunes, 18 de abril de 2011

La dictadura - fue condición necesaria - para reinstalar el modelo liberal en Argentina

Mucho se ha dicho en los días pasados respecto del golpe militar de 1976 y en la mayoría de los casos, los relatos lo han presentado casi como un hecho natural, consecuencia de una lógica violenta que imperaba en aquellos años.

Según mi criterio, limitar el análisis de esa tragedia al accionar de “los grupos guerrilleros y la banda parapolicial de la Triple A” (Clarín 24/3/2011, página 2), es de un reduccionismo propio de quien solo quiere que se vea la superficie del “iceberg”, por lo que me resisto a aceptar que la mayor tragedia argentina sea considerada únicamente desde esa perspectiva.

Admitir esa línea argumental, que exhibe a esa década cual si fuera “monopolizadora” del fenómeno de la violencia política, implicaría no reparar en absoluto sobre las complicidades múltiples que la hicieron posible, pero además condenaría al olvido a miles de compatriotas que impulsaron los procesos sociales a lo largo del tiempo (por solo mencionar algunos del siglo XX: la Reforma Universitaria de 1918, la Década Infame, FORJA, el 17 de Octubre, los Bombardeos de Plaza de Mayo, la Noche de los Bastones Largos, el Cordobazo, etc.), dejando librada su existencia, solo a quien lea los libros escolares de texto.

No contemplar, siquiera como hipótesis, que se trató de un proceso sistemático (1955, 1966, 1976) destinado a recrear un “orden social” (basado en métodos de disciplinamiento), que garantizara a los intereses dominantes (nacionales e internacionales) la vigencia de un modelo de acumulación que cumpliera a “rajatablas” la condición impuesta por la división internacional del trabajo de fines del siglo XVIII, a la que Bartolomé Mitre -en su alianza con Gran Bretaña– adhirió allá por 1862 (que asignaba al país el rol de productor de materias primas e importador de manufacturas), es sugerir el uso de anteojeras para mirar la historia.

Si no se tiene en cuenta que la cultura imperante en cualquier época, es siempre consecuencia de la idea que predominó en la anterior, viviremos en círculos, como en un presente continuo y esa es la matriz del pragmatismo colonial, que propone lo útil (que es efímero) por sobre lo verdadero (que es eterno), como método “anestesiante” para que no nos demos cuenta de nada, ni siquiera de por que nos pasa lo que nos pasa.

El círculo perverso de aquel tiempo (1976), lo cierra la vigencia de la Doctrina de Seguridad Nacional (pensada por Estados Unidos y ejecutada en todo el continente latinoamericano) y entonces me pregunto:

¿Fue acaso casualidad que el autodefinido “Proceso de Reorganización Nacional” tenga coincidencias notables -hasta de nombre- con la “Organización Nacional” (liberal en lo económico y autoritario en lo político) pensada por Mitre?.

¿Fue acaso casualidad que el modelo de desarrollo de mercado interno diagramado por Urquiza (y su genial Ministro de Hacienda, Mariano Fragueiro), que se agotó en Pavón (1861), muestre sorprendentes analogías con los cuestionamientos de los que siempre fueron víctimas los gobiernos que intentaron plasmar modelos industrializadores?

Si además se tiene en cuenta que:

  1. José Toribio Martínez de Hoz (primer presidente de la Sociedad Rural Argentina entre 1866-1870), tenía excelente relación con Bartolomé Mitre (impulsor del modelo liberal).
  2. Su nieto José Alfredo Martínez de Hoz, (también presidente de dicha entidad entre 1946-1950), era fuerte crítico del modelo industrialista del primer peronismo.
  3. El hijo de éste último, también llamado José Alfredo Martínez de Hoz, fue el ministro de economía (1976-1981) de la dictadura genocida en su etapa más sangrienta.

Cabe preguntarse, ¿podría haber otra relación -diferente a la que plantean algunos medios- que explique el mayor genocidio de nuestra historia?. Queda la respuesta a criterio del lector.

NOTA FINAL: El presente refleja apenas una opinión, que no propone generalizaciones de ningún tipo. Solo intenta contribuir a la construcción de un pensamiento trascendente (no una caza de brujas), que abandone el binarismo de estar a favor o en contra y ha sido escrito en la certeza que si -como pueblo- profundizamos de donde venimos (y en que circunstancias), para saber a donde queremos ir (y bajo que paradigma), encontraremos muchas más cosas que nos unen, que las que nos separan.

1 comentario: